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«La filosofía ayuda al alumno a responder a situaciones vitales y profesionales cambiantes»
«El pensamiento filosófico debería impregnar todas las materias académicas»
JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ PROFESOR DEL IES CALDERÓN DE LA BARCA. ORGANIZADOR DEL SEMINARIO INTERNACIONAL «ESTRATEGIAS DEL PENSAMIENTO EN EL AULA» J. C. GEA
Una conferencia de Silverio Sánchez Corredera sobre «La trascendencia del pensamiento de Jovellanos» abre a las 17.00 en el Antiguo Instituto el seminario internacional «Estrategias del pensamiento en el aula», que durante cinco jornadas -la del jueves, en Cangas de Onís- abordará distintos desarrollos del programa «Filosofía para niños», una iniciativa que busca estimular el pensamiento crítico en los alumnos mediante estrategias del razonamiento filosófico. Junto a representantes de distintas universidades españolas y venezolanas, el encuentro contará con la presencia, el miércoles, del filósofo José Antonio Marina. -¿Qué pretende y a quién se dirige el seminario?
-Se dirige fundamentalmente a los docentes interesados en desarrollar el pensamiento dentro del aula. Nuestro objetivo es plantear la sustitución en los procesos educativos de una atención excesiva a la inteligencia computacional por la inteligencia ejecutiva. -¿En qué se diferencian?
-La inteligencia ejecutiva sirve para responder eficazmente a la improvisación, es la habilidad de ser creativos y utilizar los datos de que disponemos ante situaciones cambiantes, lo cual requiere agilidad mental y la formación de una estructura mental de pensamiento. Este tipo de habilidades se desarrolla muy poco en el aula frente a la atención excesiva al almacenaje de datos. Y no es que eso esté mal. Hay que tener datos, pero sabiendo qué rendimiento hay que sacarles, qué estrategias son las mejores para utilizarlas en cada caso. Los propios alumnos se sienten incompletos en la preparación que reciben cuando no se les facilita esta formación y los profesores, aunque utilicen esas estrategias en sus clases, no siempre las explicitan o saben explicitarlas. Se trata de hacer que los jóvenes no se queden colgados en un árbol, sino que sepan volar de uno a otro cuando lo necesiten y les convenga. Y, en el fondo, de enfocar la didáctica de la filosofía como una práctica de la filosofía. -Para utilizarla en todos los ámbitos de la vida. -Exacto. En el ámbito académico, en concreto, la filosofía no sólo debe utilizarse en las materias relacionadas directamente con la filosofía. Como propone uno de nuestros ponentes, el profesor García Moriyón, hay una necesidad de que el pensamiento filosófico impregne todas las materias. El concepto de una carrera en la que se adquiere una sola especialidad está en desuso: hay que recibir una formación polivalente que prepare a los alumnos ante situaciones profesionales y personales cambiantes. Y la filosofía ayuda a eso. -¿De dónde surge este método?
-De la obra de Matthew Lipman, un autor que defiende que el método de filosofía para niños no sólo responde a un fondo que favorece nuestra naturaleza de seres curiosos, sino que es también y, sobre todo, el producto de una sociedad democrática que puede cambiar la sociedad. Detrás de él está el viejo concepto kantiano de que hay que atreverse a filosofar, a equivocarse, y en la raíz de todo, están Sócrates y el método socrático. Es una filosofía dialógica en la cual todo se debate y todo se discute en el aula, y en la que el profesor en más que nada un animador de ese debate, del proceso de descubrimiento, frente a la noción del profesor magistral, que es más bien un desvelador de películas. -¿Es aplicable en el contexto educativo actual en España?
-En países como Portugal forma parte del currículum. Nosotros hemos optado por no intentarlo por temor a que se asigne a esta materia un profesorado no capacitado. Pero ahora mismo hay más de un millar de profesores interesados en este programa, de los cuales una buena parte, 300 o 400, está trabajando muy activamente. Lo que están haciendo es cambiar la estructura del trabajo en el aula. -¿Y responde el alumnado?
-Ya lo creo. En mis clases los alumnos preguntan, plantean, cuestionan, no dejan pasar una. Están encantados, se sienten muy a gusto debatiendo y rebatiendo las cosas que se les plantea. Son ellos los que llevan la clase. En la metodología de Lipman, el profesor, su actitud socrática, es esencial. No es que ataquemos la clase magistral, pero es demasiado fácil, demasiado acomodaticio. -Y en el horizonte de todo esto, una finalidad ética y política...
-Sí. La actitud crítica que buscamos en los alumnos es la base de la democracia. Hay que hacerlos pensar por sí mismos y capaces de ser solidarios, y eso se consigue con este tipo de métodos, que vienen a mostrar que la filosofía es la piedra angular del edificio democrático.
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