Publicado el 12 de Junio, 2008, 12:20
Hola,
Son pocas las películas en las que el personaje central es un filósofo, vi en una a Aristóteles (como personaje secundario) dándole consejos a Alejandro Magno, y en otra a Séneca cumpliendo una función similar con Nerón. Recientemente he visto dos películas en la que se ve a Sartre y Simone de Beavoir.
Ahora me he encontrado con la película “Sócrates” que dirige Roberto Rosselini. En ella se puede observar el contexto histórico del filósofo, algunos de sus diálogos y una versión de su apología. Creo que sería muy útil para compartirla y comentarla con los estudiantes. Les puede despertar el entusiasmo por la reflexión filosófica.
La pueden descargar del siguiente enlace
Sócrates
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Publicado el 12 de Junio, 2008, 12:16
La República, 08-06-08 Aula Precaria.
Los jóvenes y la reflexión
Luis Jaime Cisneros
Si alguna disciplina simboliza la reflexión en nuestra vida universitaria, asoma en primer término la filosofía. La hallamos en la raíz de toda casa de humanidades. Y por cierto, recordamos que a su amparo surgieron las universidades medievales. Todo cuanto el hombre ha logrado en siglos anteriores fue posible porque hubo quienes reflexionaron sobre disciplinas como la Teología, las Matemáticas, la Física y la Filosofía. Si Descartes no hubiera propuesto una interpretación matemática de los hechos y las cosas, las ciencias no habrían alcanzado la dimensión que hoy les reconocemos. Y no es porque la filosofía ofrezca solución para todos los problemas, sino porque nos enseña a reflexionar sobre ellos para poderlos encarar racional o imaginativamente. Es decir, nos mueve a diseñar el camino hacia el previsto horizonte: nos enseña cómo profundizar y cómo descubrir (gracias a la reflexión) las diversas maneras de llegar a la verdad. Por eso en los institutos de enseñanza superior se aprende a profundizar en la universalidad como requisito indispensable para poder profundizar en cualquier especialidad. Claro es que a esta convicción se llega tras largos años de estudio. Pero se llega, felizmente, tras comprobar que la reflexión filosófica nos ayuda a la realización del ser. Al hombre debe interesarle más ser-en-el-mundo de la cultura (como soldado, como actor) antes que estar en ese mundo sólo por el hecho de haber nacido a sus circunstancias. Nosotros debemos dedicarnos a lograr que nuestros estudiantes 'sean' y no se conformen con estar-ahí, como estafermos. El estar-en-el-mundo de la cultura tiene poco que ver con las esencias que justifican nuestro ser individual. Si no soy-en-el-mundo en que me encuentro, la cultura me resulta realmente indiferente. Claro se está que esto exige comprender todos los alcances de la palabra mundo, con la que no busco aludir a ningún ámbito geográfico sino a la apertura del ser, a la que vivimos expuestos. Y es que –como enseñaba Honorio Delgado– la filosofía aspira a "relacionar al hombre con el todo por la inteligencia, a buscar el sentido profundo de lo asequible en la experiencia". A estas reflexiones me veo convocado cuando escucho a algunos estudiantes conversar sobre sus estudios y sobre las metas que vislumbran en el horizonte. Creen que el porvenir es un paradero al que llegarán el día en que el tren cumpla su recorrido. Se desconocen como arquitectos que deben diseñar el proyecto, y al mismo tiempo como obreros comprometidos en la tarea. No reparan en que, después de Hiroshima, todo problema ético reconoce una responsabilidad en la tecnología y en la ciencia (o en los progresos alcanzados por una y otra). Y es que no estamos acostumbrados a reconocer que la reflexión y la crítica son las armas a las que debemos recurrir los universitarios, porque ahora son más imprescindibles que nunca para garantizar la estabilidad espiritual. En un artículo periodístico un profesor universitario se preguntaba (en 1999) para qué enseñaba la universidad, y concluía afirmando que la institución no tenía clara conciencia sobre la función social a que estaba comprometida. Su conclusión era que la universidad sufría de "cierta deformación ideológica". Esa deformación se expresaba en el hecho de que vivía empeñada en "producir profesionales, especialmente técnicos calificados en las disciplinas que les exige el mercado". Podemos estar en desacuerdo con la explicación, pero si dedicamos atención a la publicidad a que recurren hoy muchos centros de educación superior, pensaríamos que para muchos la universidad está adquiriendo fisonomía de empresa comercial. Y me centro en la importancia que ha adquirido para la gente joven el campo de la comunicación. He aprendido nuevos estilos de conversación con los jóvenes. Sé que no vale la pena preguntarles qué leen ni en qué piensan. Pero sí vale la pena preguntar por la música que escuchan, y acompañarlos a sonreír antes sus distintas colecciones y grabaciones musicales. He tratado de explicarme este recurrir al lenguaje musical (que no es el lenguaje 'de los otros'), que tanto ayuda a descubrirse en la real intimidad. Y porque pienso que ésa sea, quizás, la manera como buscan ahora los jóvenes un modo de 'encontrarse' y proteger su intimidad, me preocupo por escuchar los nuevos ritmos, sabiendo (como sé) que todo lenguaje le sirve al hombre para saberse y sentirse 'persona' y para enorgullecerse de su condición humana. Y al hacerme consciente de esta preocupación, recuerdo cuánto me emocioné el día que estreché la mano de André Malraux y pude agradecerle el que hubiera escrito La condición humana. |
Publicado el 5 de Junio, 2008, 18:02
TRIBUNA: Apuntes JOAQUÍN CALOMARDE
Delenda est filosofía
JOAQUÍN CALOMARDE 30/05/2008
De continuar adelante con los planes expresados por la Consejería de Educación, la enseñanza de la Filosofía en el Bachillerato, concretamente en su primer curso, sufrirá un recorte de tres a dos horas semanales. La nueva asignatura, emanada de la LOE, y que llevará por título Filosofía y Ciudadanía (haciendo mayor hincapié en la filosofía social y política que en la teoría del conocimiento o la tradicional metafísica) se verá, en lo que se refiere a su tiempo lectivo, muy por debajo de lo exigido por su currículo.
Nada de todo esto es nuevo, lamentablemente, en nuestro país ni en nuestra Comunidad. La concepción positiva y mercantilista del mundo hace tiempo, siglo y algo, que ha ido desbancando a las llamadas humanidades de nuestro sistema educativo y de nada han servido comisiones (yo estuve en 1998 en la entonces llamada Comisión para el Estudio de las Humanidades), ni otras lindezas que a nada nos han llevado ni, en la práctica han sido respetadas por casi nadie.
¿Qué mal nos ha hecho la filosofía? Desde luego, a nuestros adolescentes de primero y segundo de Bachillerato, ninguno. Es justamente en esta edad en que el espíritu crítico es acerado, no tanto por lo acertado de esa crítica, sino del estímulo constante a producirla por el lógico desajuste de la edad y el mundo vivido, cuando la filosofía es más que necesaria. Precisamente porque contribuye de modo directo a la conformación crítica, primero de las opiniones, después de las ideas, y en todo momento de la historia básica del pensamiento occidental; es decir, los basamentos de nuestra casa común.
La Filosofía, según señalaba acertadamente Bertrand Russell, hace que el hombre normal comience a ver el mundo como un misterio inacabable y estimulante; las costumbres son puestas en tela de juicio y se alimenta, hasta el fin de la vida, lo más hermoso y complejo: el afán por el saber; la ilusión por el descubrimiento de lo no sabido; la curiosidad frente a lo considerado ordinario y el espíritu liberal y crítico en lo que toca a las ideas, su configuración y su defensa democrática.
¿Cuál es, entonces, me pregunto, el peligro de la Filosofía? Que se la conozca. Que se la valore. Que se la estudie. Que se la utilice. Que se la llegue a apreciar. Que pueda ser un placer intelectual. Que pueda ser un magnífico instrumento crítico para nuestros jóvenes y así ayude a que estos tengan más conciencia de sí mismos y del mundo que les rodea. ¿Es acaso esa conciencia crítica lo que se teme? ¿Volveremos a los tiempos platónicos en los que Sócrates era juzgado por las competentes autoridades atenienses a muerte, injiriendo cicuta como relata Platón en la Apología, por corruptor de la juventud?
Tal parece. Nada justifica el que la Facultad de Filosofía vaya a menos. Nada justifica el que futuros licenciados y doctores en la materia tengan más que complicado iniciar su labor docente, y dicente (consustancial al ejercicio activo de la Filosofía) en nuestra Enseñanza Secundaria y Bachillerato. Nada. Esa hora que se pretende recortar afecta al funcionamiento, no solo de los departamentos de Filosofía de nuestros institutos. Afecta de modo pleno, ya lo dije, al contenido mismo de la asignatura. No es posible darlo. No es posible hacerlo comprensible para nuestros alumnos adolescentes. Y ello es injusto: por el contenido mismo de la Filosofía y por la necesidad, yo afirmaría que vital, que un adolescente puede descubrir al iniciarse, por vez primera, en la aventura del pensamiento vivo.
Los que reivindicamos una nueva Ilustración para la sociedad española y valenciana que haga valer, cada día, en cada circunstancia y lugar, el "Atrévete a saber, a conocer por ti mismo" que Kant apostilló como divisa de las Luces, no podemos por menos que manifestar nuestra oposición a la medida, si por fin se toma, de reducción de la enseñanza de la Filosofía en nuestro Bachillerato. Precisamente porque somos demócratas y ciudadanos sensatos, queremos cultivar con nuestra juventud lo mejor a la que ésta puede aspirar: el saber conducirse a sí misma conociendo, poco a poco, el inmenso legado del que es heredera y que la cumple: Occidente, la cultura occidental, el pensamiento filosófico occidental. Y sus valores cívicos. Y el estudio crítico y racional de los fundamentos universales de nuestro sistema democrático de convivencia pública.
Todo ello precisa tiempo, sí, y amor pedagógico y salud mental y conciencia política y sentido común, y conocimiento histórico. La Filosofía es un tesoro que nuestros jóvenes y nuestros adolescentes tienen derecho objetivo a descubrir, quién sabe si con nuestro esfuerzo, a apreciar y querer como logro propio.
Quisiera suscitar la reflexión pública, y también, cómo no, colaborar un poco más en ese proyecto de moderna ilustración todavía inacabada que supone la libertad y la democracia políticas. No entonemos el Delenda est filosofía. Estamos a tiempo.
Joaquin Calomarde es ex diputado al Congreso por Valencia y Catedrático de Filosofía de Bachillerato.
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